Mundo sin fronteras
Dvorák bifronte. Primero lanza su obertura Carnaval con tal energía y sentimiento humano que muy bien pudiera haberse denominado Apoteosis de la danza. Luego la séptima sinfonía da cuenta de su pensamiento más profundo. El sitio para el virtuosismo lo ocupa el concierto de Glazunov, realmente interesante en su peculiar tránsito entre lo ruso y lo occidental. Es esta una ocasión única para escuchar a un joven talento como la alemana Julia Fischer, esta vez bajo la dirección de Yakov Kreizberg.
* Obra interpretada por primera vez