La mezzosoprano romana Cecilia Bartoli, sin haber cumplido los cuarenta, es ya junto a Luciano Pavarotti el mayor exponente italiano en el mundo de las voces de ópera. Su canto resulta deslumbrante por la agilidad, la precisión y la facilidad de que está dotada su voz, una voz de una riqueza, una luminosidad de timbre y un calor auténticamente italianos, una voz muy bien proyectada, con una extensión de dos octavas y media y una sorprendente diversidad de colores y de matices, una voz con un legato que puede hacer mágica la más simple de las melodías mozartianas, con una articulación y una velocidad basadas en una técnica prodigiosa. En plena madurez artística, convertida en una de las grandes voces del presente, después de haber trabajado con las mejores batutas (Karajan, Barenboim, Metha, Harnoncourt...) y en los teatros más importantes del mundo, después de haber grabado sobre todo Rossini y Mozart, además de Donizetti, Vivaldi, Salieri, Haydn, Haendel y Gluck, acaba de recoger en su último disco Opera proibita un exquisita selección de arias de Haendel, Scarlatti y Caldara. La presencia escénica de Cecilia Bartoli tiene calidez y alegría, es generosa en su entrega ante el público, con el que sabe conectar inmediatamente. Su sonrisa contagiosa, su manera de disfrutar se traslada al público de manera inmediata. La Orquesta Barroca de Friburgo, fundada en 1987, está dirigida por Petra Müllejans. Se trata de una orquesta con un repertorio amplio y una actividad importante en Europa, donde ha alcanzado un lugar destacado a pesar de su juventud.